En aras de la coyuntura nacional presentada por el debate en materia energética, desde hace más de un mes, el PRD anunció que llevaría a cabo una consulta ciudadana de carácter plebiscitario a nivel nacional, en la que se pediría la opinión de la ciudadanía respecto de las dos iniciativas de reformas estructurales que, en mi opinión, son las que potencialmente tendrían el mayor impacto en este primer año de gobierno del PRI: la energética y la hacendaria. Dicha consulta, para la cual se instalarían más de tres mil mesas receptoras, se ejecutaría en dos fases: la primera se realizaría el día de hoy, 25 de agosto de 2013, en el DF, Coahuila, Campeche, Guanajuato, Querétaro, Colima, Nuevo León, Sonora, Nayarit y Tabasco, y la siguiente el 1 de septiembre del mismo año, en las restantes entidades federativas.
La idea de hacer una consulta ciudadana nacional de esta clase es indubitablemente positiva en términos democráticos, pues son dos decisiones que afectarán profundamente el rumbo del país en los próximos años y qué mejor que los mismos ciudadanos tengamos la posibilidad de establecer libre y democráticamente por medio de una boleta, los parámetros a los que habrán de sujetarse nuestros representantes al momento de impulsar las reformas.
No obstante lo anterior, considero que esta idea fue pésimamente ejecutada, por las siguientes razones:
La publicidad que se hizo de la consulta en Nuevo León fue deplorable. En lo que a mí me consta, no hubo anuncios por televisión, radio, panorámicos o folletos y sólo fue cubierta marginalmente por la prensa (impresa y electrónica) nacional, claro está, pues la edición de El Norte, periódico de gran difusión a nivel local, el día de hoy, no contenía ninguna sola nota relacionada a la consulta. Tan poca difusión se le dio que ni en redes sociales pude ver algún evento, invitación, nota o cualquier otra forma en la que se informara a la ciudadanía sobre la consulta. Este ejercicio de naturaleza democrática y tendiente a la participación ciudadana que tanta falta hace en el país tuvo menos publicidad que un simple mitin político.
Por otro lado, en lo relativo a las mesas receptoras, únicamente puedo opinar respecto a la que se encontraba más cercana a mi domicilio, pues es a la que asistí a participar. En el sitio web de “Alianza Ciudadana”, asociación que organiza la consulta, señalaban que la mesa estaría instalada en un supermercado. Al presentarme ahí, encontré que la misma no estaba instalada ahí y después de preguntar a casi una docena de empleados de dicho supermercado, dio la casualidad que una de ellas había visto una casilla por allí cerca cuando salió en su hora de comida. Después de ir a donde me había dicho que “vio una casilla”, encontré la mesa receptora en el centro comercial de a un lado. La misma no tenía más que un poster promocional de menos de un metro de alto pegado en una pared. Difícilmente podía apreciarse lo que era sin detenerse a preguntar específicamente a las dos personas que allí se encontraban o sin ir específicamente en su búsqueda, después de una publicidad casi nula, como fue mi caso.
Lo anterior es preocupante, al grado en que, analizando estos hechos, uno podría pensar que la ejecución de la consulta ciudadana en Nuevo León fue ideada de tal forma que la menor cantidad posible de ciudadanos asistieran a participar.
Por otro lado, considero que las preguntas contenidas en la boleta no fueron redactadas de la forma en que debieron serlo para conocer la verdadera conciencia popular. Lo anterior, pues las preguntas fueron redactadas de manera muy categórica, sin permitir al ciudadano elegir posturas eclécticas o que conciliaran extremos. Por ejemplo, recuerdo que una pregunta era: “¿Está a favor de que se cobre IVA en alimentos y medicinas?” Si se plantea de esta forma la cuestión, ¿Quién va a responder que sí está a favor? Por otro lado, en la parte energética se preguntaba si se estaba a favor de que se reformaran los artículos 27 y 28 constitucionales para permitir la inversión privada en el sector energético. Recuerdo que me quedé pensando en esa pregunta la mayor parte del tiempo, pues si no hay una propuesta concreta en la forma en que va a participar el sector privado en dicho ámbito, ¿cómo puedo opinar? Es una pregunta incompleta que obliga al participante a proyectarse en lo que va a responder, pues no existe sólo una forma en que el sector privado participe en dicho sector, así como hay distintas maneras en que puede operar Pemex si no se reforma la constitución federal.
Aunque la crítica es dura, considero que es algo positivo el hecho de que se estén empezando a usar este tipo de mecanismos democráticos para la toma de decisiones en nuestro país. Lo ideal sería que se hicieran de manera más institucional y que se hicieran por una institución imparcial, no por un partido político que a sus intereses conviene su ejecución en sus términos y con preguntas redactadas de forma en que puedan sacar un máximo beneficio.
Espero que en la siguiente oportunidad que haya para participar en un evento democrático de esta clase, participemos expresando nuestro pensar más ciudadanos, y que lo hagamos de manera informada, aunque la publicidad no sea la óptima y surjan diversas complicaciones, pues por una mejor democracia, hay trabajo que hacer.
-Javier Náñez Pro