Nos encontramos ahora en el año 2012. Más de dos siglos han pasado desde el Grito de Dolores, e incluso hemos celebrado dicho bicentenario con fiestas, discursos de nuestros políticos, promocionando la ocasión y hasta fuegos pirotécnicos en centros históricos de nuestro país. El espíritu nacionalista del pueblo, lejos de encontrarse ecuánime, desbordaba en el corazón de millones de mexicanos mientras pensaban en el gran logro que esto significaba.
No obstante las festividades celebradas y el efecto de propaganda que le logró atribuir nuestro gobierno a dicho evento, medito la situación y me cuestiono: “El joven México logró con su independencia separarse de España y formar su propio gobierno, pero ¿los ideales que tanto anhelaban nuestros antiguos héroes inconformes, en los cual todos los mexicanos contarían con las mismas oportunidades y no se verían violentados por abusos de poder, se ven satisfechos casi 200 años después?”
Los autores intelectuales del movimiento de independencia, “la intelligentsia”, como los denomina el historiador Luis Villoro[1], se conformaban por una clase media que ocupaba las magistraturas y curatos de segundo orden, así como casi la totalidad de los puestos administrativos de las pequeñas ciudades. Mientras los puestos más relevantes les estaban prácticamente vedados, podían aspirar a los de segunda categoría. Al ser estos ilustrados, se inconformaban significativamente con estas limitaciones, ya que sus aspiraciones eran altas.[2] Villoro explica el contexto de este grupo frustrado:
“Sin poder sumarse a ninguna de las clases productivas, ni a la propietaria ni al proletariado, solo encontraban una vía para ser admitidos en la vida social: la burocracia, civil o eclesiástica. Y aquí se topaban con la imposibilidad de ocupar los puestos más altos reservados para los europeos. Los criollos a menudo mejor preparados que los peninsulares, se veían detenidos sin remedio en su carrera por un límite que no podían rebasar. Sin acceso a los puestos de honor y riqueza, estaban condenados a disputarse con mezquindad posiciones segundonas y pobres que no correspondían a sus aspiraciones ni a su cultura. La clase media, más que ninguna otra tenía la conciencia de no poder realizar en la sociedad la función a la que su vocación la orientaba.”[3]
Estos criollos menospreciados, tuvieron conocimiento y adoptaron las ideas de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Ya se hablaba a fines del siglo XVIII del contrato social de Rousseau, así como del surgimiento de los Derechos Humanos, tales como el de la libertad e igualdad. “Si todos los hombres son iguales, ¿cómo hay un sistema de castas y un sistema que no permite la igualdad entre españoles, criollos, mestizos e indios?”[4] -se preguntaban los intelectuales.
Este reducido grupo de“letrados” dedicados al desempeño de la abogacía, la administración o a la cura de almas y a la ávida lectura de las obras teológicas y jurídicas; relegados en las ciudades de provincia, formará una élite intelectual unida por la insatisfacción común. Económicamente inactiva, esta intelligentsia acapara un arma terrible: la ilustración, que se encuentra casi depositada en sus manos.
La intelligentsia, detectora de lo posible, se encuentra orientada exclusivamente hacia el advenir.”[5]
Como se evidencia, la Independencia de México es más que solo llegar al autogobierno del pueblo mexicano. El movimiento liderado por Hidalgo, Allende, Morelos e Iturbide fue una lucha por los derechos de libertad e igualdad que debe gozar toda persona que pise suelo mexicano, sin distinción entre nacionalidades, situación económica, política, social o étnica. Es evidente nuestra separación política de España después de estos 200 años; sin embargo, la verdadera esencia ideológica de la independencia, que sería motivo de un conflicto armado 100 años después, así como de protestas y huelgas a lo largo del tiempo, mismas que en ocasiones terminarían hasta en matanzas, demuestra que el fin teleológico de la independencia sólo se ve reflejado, en los mejores casos, de manera formal; pero cualquier persona que resida en nuestro actual México, sabe que esos derechos de igualdad y libertad por el que murieron luchando muchos de nuestros compañeros patriotas, representan el disfraz de una muy diferente realidad que propende a la desigualdad social y a la pérdida de la libertad de sus ciudadanos.
¿Cómo se puede aseverar que hay igualdad cuando en el país cuando coexisten municipios con índices de desarrollo humano similares a naciones altamente desarrolladas como Alemania[6] y tan pobres como Burundi en África? Como es el caso de Metlatónoc, un pueblo en donde más del 70% de su población es analfabeta, 67% no cuenta con electricidad, el 76% de las casas no cuenta con baño ni drenaje y más alarmante, el 97.56% de la población no cuenta con servicios de salud.[7]
¿Cómo puede existir la igualdad en un país en el que a las personas de bajos recursos en sus escuelas son enseñadas sistemáticamente a ser buenos empleados y a seguir instrucciones de un superior y no a tender a superar su situación y crecer hasta donde sus propios méritos los lleven? Esta misma situación que les programa una mentalidad sin metas ni un progreso significativo, resulta en un contexto en donde ellos mismos terminan “acomplejados”. Lo previo si es que llegan a acudir al estudio, ya que las estadísticas establecen que la probabilidad de que un joven mexicano de 16 a 18 años asista a la escuela es hoy apenas de 23% en el sector más pobre, pero casi 90% en el más rico.[8]
¿De qué manera aducir la libertad de las personas cuando el gobierno consiente la existencia y funcionamiento de monopolios y oligopolios de la comunicación que manipulan y censuran libremente la información que, después de omitir y filtrar datos para su uso, millones de personas reciben a diario sin cuestionar?
¿De qué forma se nos garantiza la libertad cuando el mismo sistema jurídico, yuxtapuesto con el corporativismo que nos rige, facilita la justicia a los económica o políticamente privilegiados, pero se la dificulta al 51% de la población?[9] En donde los pobres sirven como chivos expiatorios de los delincuentes poderosos. En donde nuestros gobernantes son evidenciados en su corrupción por medio de videos (a la vista de todos y disponibles abiertamente en internet) recibiendo fajos de dinero para ser liberados después de unos días de la cárcel (en el mejor de los casos) para que su crimen quede impune.
Queda sobrando el escribir si los ideales que tanto anhelaban para nosotros nuestros valientes antepasados se ven reflejados en nuestro contexto actual. No queda más que regresar a mis pensamientos y reflexionar cómo un pueblo tan afligido y violentado no demuestra su indignación frente a estas transgresiones a nuestros derechos. Por menos ya protestan otras naciones en los recientes movimientos titulados de “Los Indignados” en las capitales del mundo, mostrando un espíritu inquebrantable, abastecido por sus ideales de justicia.
Pero parece ser que mientras los mexicanos podamos seguir a nuestros equipos favoritos jugando por televisión o radio y haya dinero suficiente como para disfrutar unas cervezas con los amigos, nada es tan importante como para que nos indignemos de tan tajante violación que ya por tantos años hemos sufrido en nuestros derechos fundamentales. En fin: “Al pueblo pan y circo.”[10]
-Javier Náñez Pro
[1] Villoro, Luis. El Proceso Ideológico de la Revolución de Independencia.
[2] Idem. p. 35.
[3] Loc. Cit.
[4] Obra Inédita.
[5] Villoro. Ob. Cit. Pág. 37
[6] Disponible en línea: El Universal <http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=252052&tabla=notas> (11/02/2012).
[7] Disponible en línea: Crónica <http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=161395> (11/02/2012).
[8] Disponible en línea: Página no oficial del Sindicato Único de Trabajadores y Empleados al Servicio de la Universidad Autónoma del Estado de México <http://www.sutesuaem.org/pobrezayriqueza/pobrezayriqueza_01.htm> (11/02/12).
[9] En el 2009, el 51% de la población, equivalente a 54.8 millones de mexicanos, son pobres. (Disponible en línea: Jornada UNAM <http://www.jornada.unam.mx/2009/08/20/index.php?section=economia&article=024n1eco> (11/02/2012).)
[10] Juvenal. Sátira X (81).