Después de los eventos ocurridos el 25 de Agosto en la capital de uno de los Estados más influyentes en nuestro país, creo que la mayoría podemos afirmar, aún con más certeza que hace años, que no vivimos en un Estado de Derecho.
Al analizar brevemente las variables que posiblemente pudieran ocasionar este tipo de situaciones, conjeturé sobre un patrón de eventos que pudiera ser la causa de nuestra actual problemática.
Para no remontarme a tiempos de más de cien años de antigüedad, comenzaré con “La Prohibición” de Estados Unidos en 1920. Cuando el gobierno le prohíbe a los habitantes de EU consumir el alcohol, aunque es innegable el daño que dicha substancia causa en las personas, ellas decidieron no dejar de consumirlo, aunque el mismo gobierno se los prohibiera; razón por la cual surgen mafias que la proporcionaban, que generaban mucho dinero al vender substancias prohibidas y consecuentemente resulta en la adquisición de poder de dichas mafias. Esto no solo resulta en ciudades con niveles de inseguridad muy altos, sino también en un fuerte golpe a la economía estadounidense.
Encuentro en esto muchas similitudes con nuestro actual problema de inseguridad ocasionado de manera directa por el narcotráfico.
Según las estadísticas de la SSP, tomadas del Reporte Mundial de Drogas de la ONU, actualmente hay 3 millones de mexicanos que consumen mariguana; 1.7 millones, cocaína, y 367 mil son adictos a las anfetaminas.[1]
El reporte, entregado el 31 de enero del presente año a los legisladores, destaca que en 1998 el 1 por ciento de los mexicanos consumía mariguana, y el 0.3, cocaína, pero ahora se elevó a 4. 2 y 2. 4 por ciento.[2]
Es evidente que, como el pueblo estadounidense en los veintes, existe una gran demanda del producto que el gobierno prohíbe y eso sin contar la creciente demanda de estos estupefacientes por parte de nuestro vecino del norte.
Al analizar estas cifras, no podemos negar que las drogas son una substancia popular y existe gran demanda de ellas en la actualidad, pero, ¿Por qué no las podemos consumir legalmente?
Son claros los daños que causan estas substancias no sólo en los consumidores, sino en las personas que los rodean; eso sin contar la nocividad y los problemas de salud que en la mayoría de los casos resultarían, pero, aunque no sea moralmente correcto consumirlas, ¿Acaso el pueblo no debería tener el derecho a hacer uso de ellas?
Sin convertir este artículo en un ensayo de teoría del Estado, quisiera comentar sobre el axioma constitucional relacionado a la soberanía. Cito los primeros dos renglones del art. 39 de nuestra Constitución, reflejo ideal de la voluntad del pueblo mexicano: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.”
Si la soberanía reside en el pueblo, entonces queda en el pueblo la elección de qué es lo que el poder público debe instituir para él. Si la población consciente en el consumo de drogas, aunque sea implícitamente, éstas deberían de poder ser consumidas sin caer en un estado de delito, a pesar de la popular postura de nuestros gobernantes de “oponerse a la legalización” sin dar motivos o explicaciones al respecto, mas que el ambiguo término de “decadencia social” o la tremenda influencia del gobierno de Estados Unidos en que no la legalicemos. Finalmente no es su gente la que está siendo exterminada.
Aunque lo duden, una gran parte de los mexicanos consentimos el consumo de drogas de nuestros paisanos. Toda persona que conozca por lo menos a una que sea consumidor regular de drogas y no los denuncien, están implícitamente contribuyendo al problema. Si todos denunciaran, como ha sido propuesto por el gobierno, nos hallaríamos en una situación muy distinta a la que nos encontramos actualmente.
Entonces, ¿Quién debe decidir sobre la libertad que tenemos sobre las substancias que queramos consumir? ¿Unos cuantos políticos o el pueblo mexicano? Esta cuestión es la que determina si realmente somos un gobierno del pueblo, para el pueblo o un gobierno de unos cuantos para su beneficio propio a costa de una nación que sangra. Si nos hacemos decir democráticos, el gobierno debe empezar a vivir la misma democracia que la Constitución nos garantiza a los mexicanos.
Estamos frente a una crisis de una magnitud tremenda. Es de suma urgencia llegar a una solución pronta y eficaz. Aunque no sería lo ideal para muchos de nosotros que se regulen bajo el amparo de la ley éstas substancias, honestamente creo que es el menor de dos males. Si resulta inevitable que nuestros compatriotas mexicanos sigan drogándose, por lo menos que no lo hagan llenándoles los bolsillos de dinero a los delincuentes que nos están prácticamente exterminando.
¿Les sonaría tan absurdo que nuestros representantes en las cámaras discutieran seriamente este tema? A mí me parece más absurdo que todavía no lo hagan…
-Javier Náñez Pro
[1] Disponible en línea:
SDPNoticias <http://sdpnoticias.com/sdp/contenido/nacional/2011/02/01/28/1191177> (05/09/11).
[2] Loc. Cit.